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Volumen 10
Número 2

Septiembre 2014 - Marzo 2015
Publicación: 30 Septiembre 2014
Filiación y parentalidades
La tensión bioética-biopolítica


Resumen

El tratamiento de los cuerpos humanos ha presentado desde antaño una complejidad adicional respecto de los límites del empleo de la técnica y la tecnología. Partiremos del mito de Epimeteo y Prometeo relatado por Platón en Protágoras (320d-322d), el cual supone un ser humano carente en relación con animales de otras especies, motivo por el cual se requiere de la téchne articulada con cierta sabiduría práctica para compensar la falta humana, evitando la destrucción de la especie Dicha peligrosidad es también manifestada por Sófocles en el “Elogio del hombre” de Antígona, vv. 332-375. Ambos textos antiguos revisten una actualidad que permite al revisarlos sobre el trasfondo de los avances científicos en el campo de la reprogenética.

Palabras clave: reprogenética | fertilización asistida | técnica | deseo

Abstract English version

[pp. 37-43]

Criatura maravillosa, única en el mundo

Una lectura de la Reprogenética a la luz del fuego de Prometeo
Natalia Perrotti

Universidad de Buenos Aires

Meravigliosa creatura,
sei sola al mondo,
meravigliosa paura
di averti accanto,
occhi di sole
bruciano in mezzo al cuore
amo la vita meravigliosa.

Gianna Nannini

Introducción

El tratamiento de los cuerpos humanos, a diferencia de los cuerpos de otras especies, ha presentado desde antaño una complejidad adicional respecto de los límites del empleo de la técnica y la tecnología.

En el presente trabajo, tomaremos el mito de Epimeteo y Prometeo relatado por Platón en su diálogo Protágoras (320d-322d), el cual supone un ser humano carente y deficiente en relación con animales de otras especies, motivo por el cual la téchne compensaría la falta humana, aunque requeriría también de cierta sabiduría de índole práctica para que su uso no lleve a la especie humana a la destrucción. Dicha peligrosidad es también manifestada por Sófocles en el “Elogio del hombre” de Antígona, vv. 332-375.

El mito prometeico posee, asimismo, actualidad al revisarlo sobre el trasfondo de los avances científicos en el campo de la reprogenética que permiten, entre otras posibilidades, seleccionar características fenotípicas. El videoclip “The Original of the Species” de U2 nos será de utilidad, finalmente, para ilustrar aristas de un campo complejo como el de la Ingeniería Genética desde una perspectiva bioética.

Creacionismo prometeico, una vocación riesgosa

-Si puedes demostrarnos de modo más claro
que la virtud es enseñable, no nos prives de ello,
sino danos una demostración.
-Desde luego, Sócrates, dijo, no os privaré de ello.
¿Pero os parece bien que, como mayor a más jóvenes, os haga la demostración relatando un mito, o avanzando por medio de un razonamiento?
Enseguida, muchos de los allí sentados le contestaron que obrara como prefiriera.
-Me parece, dijo, que es más agradable contaros un mito.

Platón, Protágoras 320c

En la Grecia platónica, los poetas y sus textos constituían la mayor fuente de enseñanza y sabiduría ética (Nussbaum, 1995). El valor del mito, contrariamente a muchas interpretaciones corrientes, no es descartado por Platón a la hora de plantear problemáticas de esa índole. La versión platónica puesta en boca del sofista Protágoras en el diálogo que lleva su nombre constituye un relato sobre el origen de la especie humana. En el caso del presente mito de Epimeteo y Prometeo, cierta tendencia riesgosa en la vocación creacionista humana estaría siendo expresada mediante dicha ficción estética (Gutierrez, 2012, 91).

El acontecimiento mítico se sitúa en un tiempo en que sólo existían los dioses, pero no los géneros mortales. El relato comienza con la creación de estos últimos por parte de demiurgos alfareros quienes, luego de darles forma a partir de la tierra y el fuego, y de otras cosas que pueden combinarse con ellos, encomiendan a los hermanos Prometeo y Epimeteo la tarea de distribuir de manera conveniente las capacidades (dýnameis [1]). Epimeteo convence a Prometeo de que le permita ser él quien se encargue de la distribución, dejando a su hermano la tarea de supervisar el trabajo una vez concluido. Así, Epimeteo realiza su tarea gastando todas las capacidades en los animales, sin reservar ninguna para los hombres. Prometeo, que acude a supervisar el trabajo de Epimeteo, se percata de ello y corre en auxilio de los hombres dotándolos de la sabiduría de la técnica (téchne) y del fuego que roba a Hefesto y Atenea.

Gracias al don que Prometeo otorga a los hombres, éstos se vuelven capaces de crear su vestimenta, sus casas, los templos para adorar a los dioses y también de producir su alimento. Pero, al carecer de la sabiduría política (politiké sophía), el sentido moral (aidós) [2] y la justicia (díke), no logran convivir en sociedad de manera pacífica. Cuando intentan conformar ciudades, comienzan a destruirse entre ellos. Pero si viven dispersos, perecen. Así, Zeus, al ver que la especie humana corre peligro, ordena a Hermes que distribuya entre los hombres el sentido moral (aidós) y la justicia (díke) de manera igual entre todos los individuos de la especie, ya que ese es el único modo de posibilitar la vida en las ciudades.

El relato mítico propuesto nos permite ver claramente dos cuestiones. En primer lugar, que la vida humana resulta imposible si no es en sociedad. Y, en segundo lugar, que la técnica y, podríamos agregar, la tecnología, pueden favorecer la supervivencia humana siempre que se encuentren en articulación con las facultades de la política, la justicia y el sentido moral. De lo contrario, el empleo de la tecnología sin la intervención de tales facultades produciría el efecto opuesto, haciendo inviable la vida humana. En otras palabras, el impulso prometeico a la creación tecnológica artificial debe someterse a normas justas de convivencia articuladas a principios éticos -podríamos agregar en la actualidad-, también artificiales, en tanto creados por el hombre (Bonilla, 2003). Ésta es, a nuestro entender, la lección contemporánea que podemos extraer del relato platónico.

Por consiguiente, tanto el don de la técnica otorgado al hombre por Prometeo como el sentido moral y la justicia distribuidos entre los humanos por Hermes siguiendo la orden de Zeus, hacen de la nuestra una especie original en relación a las demás. Todos los otros seres vivos fueron dotados por Epimeteo de capacidades relacionadas con características físicas que, además de diferenciarlos entre sí, posibilitan su supervivencia. El ser humano, estando privado de dichas capacidades, recibe de manos de Prometeo un don original: la técnica. Ésta constituye un don original que se diferencia de todas las capacidades otorgadas a las demás especies, en tanto no es una característica física propia de la especie, sino una habilidad que le permite transformar el mundo. En tanto tal, conlleva un alto riesgo debido a que constituye un arma de doble filo, ya que el hombre puede transformar el mundo que lo circunda – el ambiente- de modo que se torne más habitable y menos hostil, pero también puede transformarlo en el sentido inverso. Y no sólo eso, sino que además, el dominio de la técnica le permite manipular a las especies vivientes, incluida la especie humana. Por consiguiente, para garantizar un uso de la técnica que no vaya en detrimento de la vida humana es necesario que esté articulado a la justicia y al sentido moral, o bien a lo que hoy en día llamamos campo jurídico y campo ético.

Ya en la Antígona de Sófocles la segunda aparición del coro conocida como “Elogio del hombre” lo presenta como un ser especial en relación con todas las otras cosas del mundo. Las capacidades humanas señaladas en el coro de Ant., vv. 332-375 que destacan al hombre por sobre las demás especies son el lenguaje, el pensamiento, los recursos y el uso de las técnicas. Todo ello le permite sobrevivir, pero también lo vuelve, como se manifiesta al comienzo del coro, un ser terrible.

Muchas son las cosas terribles (deinótaton), pero ninguna
es más terrible que el hombre, ese ser que se dirige
al otro lado del canoso mar con la ayuda
del invernal noto, surcándolo por entre las
olas que rugen en su torno, y que a la más poderosa
de las diosas, la Tierra imperecedera, infatigable,
agota con los arados que año tras año
la remueven al labrarla con la raza caballar.

(Sófocles, Ant. 332-39)

El término griego traducido como ‘terrible’ es deinótaton, que presenta al menos tres acepciones posibles en español. La primera de ellas es la escogida por Pinkler y Vigo en la traducción que estamos manejando: terrible, temeroso [3]. La segunda acepción posible es maravillosamente fuerte, poderoso, maravilloso, extraño [4]. Y, finalmente, podría ser traducido como inteligente, habilidoso [5]. Resulta interesante detenernos en este término griego, debido a que él mismo condensa en sí por un lado, en la segunda acepción, la característica excepcional del hombre respecto de las demás especies; y, por otro, las dos direcciones hacia las que se puede dirigir aquello que lo destaca de los otros seres. Una dirección que implica un uso positivo de la técnica y los recursos y que más adelante en el texto es referida como la dirección del bien (v. 366). Y otra dirección que supone un uso perjudicial de la técnica y los recursos, la cual es referida luego como la dirección del mal (v. 366). Contextualmente, y teniendo en cuenta la trama de la tragedia, podemos pensar que ‘dirigir los recursos, la técnica y la inteligencia hacia el bien’ supondría utilizarlos con el objetivo de propiciar que lo propiamente humano – en el caso de Antígona representado por la sepultura de los muertos [6]– se conserve. Y, en la misma línea, ‘dirigirlos hacia el mal’ implicaría, entonces, producir algún tipo de alteración en aquello que hace a la especie humana. En palabras de Pinkler y Vigo, “la autonomía humana sólo es posible en la aceptación del puesto que le ha sido conferido al hombre en el orden del mundo” (2005: 53). Según dichos autores, es en este sentido que Sófocles afirma el poder del más terrible de los seres, sus logros sobre la naturaleza y sobre sí mismo; pero, al mismo tiempo, no olvida, por un lado, la verdadera condición de ese poder que ‘unas veces al mal, otras al bien encamina’ (vv. 366-7) y, por otro, el ineludible límite fáctico de la muerte (Pinkler & Vigo, 2005: 53). Siguiendo esta misma línea, podemos agregar que si bien la muerte aparece como el único límite fáctico para el hombre, el hecho de que la técnica pueda dirigirse tanto al bien como al mal (en tanto preservación o ruptura del ordo rerum) requiere que sobre su uso recaiga algún tipo de restricción de otro orden, no fáctico sino, podríamos decir en términos contemporáneos, ético.

Los horizontes del creacionismo técnico

I want the lot of what you got and I want nothing that you´re not
U2, The original of the species

Tanto en el mito prometeico como el coro trágico se nos advierte la peligrosidad latente en el uso de la técnica humana. Observemos la actualidad de la advertencia en un campo vertiginosamente desarrollado en los últimos tiempos. El avance producido en el campo científico-tecnológico desde la Antigüedad hasta nuestros días no ha eliminado en absoluto la necesidad de articulación entre el campo de la tecnología y las posibilidades que ésta abre, y el campo de la ética. La reprogenética y las técnicas y tecnologías de fertilización médicamente asistida son un claro ejemplo de ello.

Entendemos por reprogenética la combinación de las técnicas de ingeniería genética con las de reproducción asistida para la selección a priori de características genéticas de los individuos de una descendencia. La implementación de este tipo de técnicas y tecnologías data de muchos años en lo referente a las plantas y a los animales. En esos casos se ha utilizado la reprogenética para producir nuevas especies y también para mejorar ciertas características de las razas (Michel Fariña & Ormart, 2013).

Los enormes avances científicos producidos en materia de genética hacen posible que en la actualidad la reprogenética pueda implementarse en seres humanos. La ingeniería genética permite, por ejemplo, mediante el análisis de una célula embrionaria, detectar enfermedades de origen genético, descartar los embriones que presentan esa característica no deseada y, posteriormente, implantar en el útero sólo los embriones sanos. Pero esta misma técnica que permite detectar genes que determinan enfermedades mortales, también permiten detectar genes que determinan características fenotípicas del futuro individuo humano, tales como el color de ojos, de piel, o de cabello, y realizar una selección de embriones según estos criterios, posibilitando el encargo de bebés a la carta (Michel Fariña & Ormart, 2013).

Si bien la ingeniería genética hoy en día presenta una serie de limitaciones fácticas en lo referente a la manipulación de embriones humanos, se espera que en un futuro, tal vez no muy lejano, su desarrollo abra una serie de posibilidades que vayan desde la prevención de enfermedades mortales hasta el enriquecimiento genético. Es por ello que la perspectiva ética nos convoca a interrogarnos acerca de una serie de cuestiones que atraviesan la posibilidad en términos puramente tecnológicos, como por ejemplo, el derecho a la identidad, el impacto de estas tecnologías a nivel demográfico, la modificación de estructuras familiares, los efectos emocionales asociados a la criopreservación de embriones y su transferencia, y los límites de aplicación de dichas técnicas que la ética impone en relación a la eugenesia.

El video clip de la canción “The Original of the Species” [El original de las especies] de U2 (2004) resulta ilustrativo. Ya en el título de la canción encontramos, por un lado, una clara alusión a la teoría darwiniana sobre el origen de las especies, pero, por otro lado, resuenan los textos antiguos a los que hemos hecho referencia en el presente trabajo donde el hombre es considerado una especie “original” en relación con las demás.

El video comienza con un fondo negro donde se ve un trazo que parece estar formando un dibujo cuya imagen no es distinguible al comienzo. Luego, al mismo tiempo que comienza a escucharse la voz del cantante que dice la primera palabra de la canción, baby, la imagen se aleja permitiéndonos ver que ese trazo anudado y entrelazado forma la silueta de un bebé que va adquiriendo movimiento lentamente. El mismo trazo continúa curvándose y forma la imagen de una mujer que sostiene al niño en brazos junto a su pecho. Una serie de trazos rojos envuelven la imagen. El foco se aleja y vemos que los trazos rojos constituyen un corazón, cuya forma se vuelve distinguible exactamente en el mismo momento que escuchamos la palabra heart en la letra de la canción.

Observamos, entonces, el proceso de diseño artificial del cuerpo de un niño, que se realiza primero en dos dimensiones. Luego, el niño y la madre desaparecen y en su lugar vemos una cabeza tridimensional, como si fuera un diseño computarizado. Ese esbozo inicial del diseño del bebé se complejiza. Ahora parece que el proceso de diseño se centra en la cabeza. Se ve en pantalla una cabeza sin rostro. No es la cabeza de nadie. Parece una matriz sobre la cual se podría diseñar cualquier cabeza, cualquier rostro, pero por ahora es un rostro si expresión, sin detalles. Y mientras tanto, la canción dice: “I´ll give you everything you want / Except the thing that you want”. En un determinado momento se enfoca el ojo del muñeco computarizado que se llena de lágrimas y llora. Luego, unas líneas rojas comienzan a dibujarse sobre su cabeza y su rostro, delimitando diversas superficies. Y en cada superficie se escribe una palabra: HEAL (sanar), TRUE (verdadero), LOVE (amor), LET GO (dejar ir), ALWAYS FREE (siempre libre), STAY TRUE (permanecer fiel, verdadero), ASK (preguntar).

Los dos versos citados -“I´ll give you everything you want / Except the thing that you want”- pueden ser interpretados como pronunciados por el técnico que diseña al niño y le dice que puede darle todo, excepto una cosa. Puede darle características físicas determinadas, pensamientos e incluso sentimientos. Sin embargo, algo se le escapa. La técnica, en este caso la reprogenética, al intentar diseñar un ser humano, encuentra un límite. Hay algo propio de la especie que no puede ser prediseñado, que no puede ser programado anticipadamente, y es el deseo. Siempre y cuando nos estemos refiriendo a sujetos humanos, por supuesto. Y es exactamente allí donde radica el problema: ¿Cuándo la técnica está al servicio de la generación de embriones humanos y cuándo el afán extremo de poner en práctica la técnica hace que aquello que se produce carezca de lo propiamente humano: el deseo?

Armando Kletnicki (2000) propone un esquema para pensar la cuestión en relación a las tecnologías de reproducción asistida desde el campo de la subjetividad. Para ello parte de la necesidad de establecer un límite, una frontera entre lo que llama contingente y lo que llama estructural. En el primer caso, se trata de los contenidos morales, imaginarios y particulares que caracterizan lo humano según el contexto social, geográfico, cultural, histórico. Esos contenidos, por consiguiente, cambian con el paso del tiempo, de una cultura a otra, de un contexto a otro. Lo estructural, en cambio, se referiría al lugar vacío en tanto cualidad diferencial de la especie que no debe confundirse con los contenidos que lo recubren en cada momento contexto. El autor propone, entonces, pensar los cambios a nivel de lo contingente que no alteran lo propiamente humano en términos de transformación de lo simbólico, y las alteraciones estructurales en términos de afectación del núcleo real. En este sentido, la implementación una determinada tecnología de reproducción médicamente asistida resultaría éticamente reprochable en los casos en que inicien modificaciones en el campo de la subjetividad que transgredan la definición de la especie humana, generando una disolución de la constitución del sujeto en el deseo. Por el contrario, no habrá objeciones éticas para la utilización de dichas tecnologías en los casos en que la intervención médica sea realizada como una mediación instrumental con el objetivo de cubrir la falla de una función biológica en los progenitores que los vuelve incapaces de concebir sin intervención médica. Así, es el uso que se haga de la técnica -y no la técnica en sí misma- el que determina su objetabilidad.

Retomando el video clip, para que ese bosquejo de niño devenga humano no basta la intervención tecnológica, no basta que tenga forma humana. Será necesario que se constituya como sujeto deseante. De lo contrario, sólo podrá ser un muñeco computarizado.

El video culmina con una serie de imágenes que se suceden, entre las cuales se ve una mujer embarazada que tal vez lleve en su vientre a ese niño a cuyo diseño artificial hemos asistido, y el brazo del cantante sobre el que se escribe, al modo de un tatuaje, la palabra MOTHER, abriendo un interrogante acerca de la posibilidad de que la madre en tanto función, lejos de reducirse a una simple escritura sobre la piel, se inscriba simbólicamente formando parte del encadenamiento generacional que espera al niño y en el que él también tendrá un lugar.

Palabras finales

Del mismo modo que en el relato mítico Epimeteo distribuye las cualidades entre los animales, el ser humano estaría, en un futuro no muy lejano, en condiciones de distribuir las cualidades entre los miembros de su propia especie, mediante el uso de la reprogenética y las técnicas de fertilización médicamente asistida, un saber productivo desarrollado por la especie humana como aquel que Prometeo robó a Atenea y regaló al hombre para protegerse de su desamparo. Pero ese saber por sí sólo no basta para viabilizar la vida humana. El alerta de Zeus sigue vigente aún hoy día: la vida humana sólo es viable si se articula el saber tecnológico con el saber ético-político. Nuestro desafío consistirá, entonces, en sostener el uso de la tecnología al servicio de la vida humana, constituyendo esta última un fin en sí mismo.

Nuestra lectura del video clip “The Original of the Species” (2004) nos permite ilustrar las posibilidades que inaugura el campo de la reprogenética en términos de reproducción asistida y abrir una serie de interrogantes acerca del modo como pueden generarse las condiciones para que ese niño pueda ser alojado por un entramado generacional que lo precede y advenir sujeto humano.

Referencias

Bonilla, A. B. (2003). Relecturas contemporáneas del Prometeo platónico, en Bauzá, H. (comp.), El imaginario en el mito clásico–III Jornadas-. Estudios de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, Bs. As.: Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, pp. 101-125

Gutierrez, C. (2012). La decisión ante la muerte en Blade Runner. En Michel Fariña, J. J. & Solbakk, J. H. (comp.) (Bio)ética y cine. Tragedia griega y acontecimiento del cuerpo. Buenos Aires: Letra viva

Kletnicki, A. (2000). Un deseo que no sea anónimo. Tecnologías reproductivas: transformación de lo simbólico y afectación del núcleo real. En: La encrucijada de la filiación. Tecnologías reproductivas y restitución de niños, Bs. As: Lumen/Humanitas

Michel Fariña & Ormart (2013) Reprogenética y tecnologías de procreación asistida. Seminario dictado en la Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires

Mondolfo, R. (1955). La comprensión del sujeto humano en la cultura antigua. Bs. As.: Imán

Nussbaum, M. (1995). La fragilidad del bien, Madrid: Visor

Pinkler & Vigo (2005). Introducción. En Sófocles. Antígona. Buenos Aires: Biblos

Platón (2007). Protágoras en: Diálogos I. Traducciones, introducciones y notas por J. Calonge Ruiz, E. Lledó Íñigo, C. García Gual. Madrid: Gredos

Sófocles (2005). Antígona. Traducción, introducción y notas por L. Pinkler y A. Vigo. Buenos Aires: Biblos

Material Audiovisual

U2 (2004): “The Original of the Species”. Disponible en http://www.youtube.com/watch?v=Pu9rQ8lkQ5c


[1El término griego dýnameis puede ser traducido al español como fuerza, poder, facultad, capacidad.

[2El término aidós plantea dificultades para su traducción. Según R. Mondolfo “sólo la expresión ‘sentimiento’ o ‘conciencia moral’ puede traducir de manera adecuada el significado de la palabra aidós en Protágoras, que conserva, sin duda, el sentido originario de ‘pudor, respeto, vergüenza’, pero de una vergüenza que se experimenta no sólo ante los demás, sino también ante sí mismo” (1955: 538)

[3El término aparece con esta acepción en otros textos griegos como Od.11.608 [miraba espantoso en redor cual si fuera fijando sus blancos, para luego tirar sin reposo]; Od.12.260 [De las rocas librados al fin, de la terrible Caribdis y de Escila, llegamos a ver la hermosísima isla del dios Sol]; Od. 22.405 [Su pecho y sus dos carrilleras aparecen cubiertas de sangre, terror a los ojos]; Il.1.49 [Luego se sentó lejos de las naves y arrojó con tino una sesta; y un terrible chasquido salió del argénteo arco]; Il. 10.254 [Tras hablar ambos así, se calaron las terribles armas] y otros.

[4El término con estas acepciones aparece en textos como Il.7.245 [Héleno, caro hijo de Príamo, comprendió en su ánimo el plan que había sido grato al ingenio de los dioses].

[5Esta acepción aparece por primera vez en Hdt.5.23 y luego en otros textos de los cuales señalaremos solo Pl. Prt. 341a [Pues parece desde luego, Protágoras, que la sabiduría de Pródico es casi divina].

[6Recordemos que sepultar a los muertos supone una operación técnica (la acción misma de sepultar) articulada a una operación de lenguaje (nombrar al difunto como tal).


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