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Volumen 19 | Número 1
Abril 2023 | Abril 2023 - Agosto 2023
Publicado:
La otredad: claves de lo diverso


Ernesto Valiente es Profesor Asociado de Systematic Theology en la School of Theology and Ministry de Boston College, Estados Unidos. Este texto es la transcripción de su introducción al panel sobre el film realizado en noviembre 2022 organizado por el Centro de Derechos Humanos y Justicia Internacional de Boston College.

Llegaron de noche [pp. 67-69]

Buscando la verdad a través de la justicia

Ernesto Valiente

Boston College

Esta breve introducción tiene un doble propósito. En primer lugar, ofrecer un contexto sobre la película, explicando las causas de la guerra civil en El Salvador. Y en segundo lugar, explicar el papel de la Universidad Jesuita, la UCA, durante ese difícil período de la historia del país.

Las raíces de la guerra civil salvadoreña se encuentran en dos factores interrelacionados: la desigualdad histórica del sistema socioeconómico del país y el carácter ilegítimo del sistema político que la preservó.

A grandes rasgos, la disparidad de la sociedad salvadoreña es producto de la desigual distribución de la tierra y la riqueza surgida, primero, del sistema colonial español y luego de un modelo económico basado en la producción y exportación de productos agrícolas que, desde el siglo XIX, se ha centrado en el café.

Esta aguda desigualdad inherente al sistema socioeconómico del país históricamente benefició y apoyó a una minoría blanca rica —es decir, una oligarquía— que disfrutaba de un estilo de vida similar al de los países desarrollados, mientras que la mayoría de los salvadoreños padecían desempleo crónico, viviendas miserables, desnutrición, servicios médicos y educativos inadecuados y, en suma, condiciones infrahumanas de vida.

Durante la mayor parte del siglo pasado (durante al menos 50 años), los dictadores militares gobernaron la nación con la bendición de la oligarquía adinerada, y así marcaron el curso del desarrollo del país. En los años 70, luego de décadas de elecciones fraudulentas y una creciente represión política, la gente abandonó el sistema electoral y comenzó a afiliarse a diferentes tipos de organizaciones populares.

Sindicalistas, campesinos, estudiantes, docentes y población marginada se sumaron a organizaciones políticas populares para salir a la calle y hacer públicos los agravios que padecía la población. A medida que se profundizaron las tensiones políticas, aumentó el nivel de violencia y el gobierno respondió a los reclamos de estas organizaciones populares con medidas represivas: tortura generalizada, asesinatos y desaparición de líderes sociales.

En respuesta a la violencia estatal, se formaron grupos guerrilleros de izquierda para defender a la población y enfrentar a las fuerzas militares. De hecho, hacia 1980, los grupos guerrilleros de izquierda y sus organizaciones populares se unieron en torno al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y se prepararon para la resistencia.

Luego, con el asesinato de Monseñor Romero, en 1980, El Salvador entró en una espiral de violencia, y para finales de año había estallado una guerra civil a gran escala entre el gobierno y el FMLN. El conflicto se extendió rápidamente y en 1985 se había cobrado unas 50.000 vidas. Para el final de la guerra en 1992, más de 75.000 salvadoreños habían muerto en el conflicto.

¿Qué sucedió con la Universidad? ¿Qué ocurrió con la UCA durante este período? La Universidad Jesuita fue fundada en 1965 con el objetivo de formar profesionales que fortalecerían el statu quo y fomentaran la lenta transformación de la nación a través del desarrollo económico. De hecho, los benefactores ricos que se acercaron a los padres jesuitas para fundar la universidad vieron el establecimiento de la UCA como una alternativa católica segura frente a la Universidad Nacional, que a los ojos de estos benefactores había caído presa de los peligros del marxismo.

Sin embargo, a la luz de la injusticia generalizada de El Salvador y bajo el liderazgo del Padre Ignacio Ellacuría, la UCA cambió su posición de solo servir a las familias adineradas, para enfocarse en las desigualdades e injusticias experimentadas por la población en general.

De alguna manera, luego del asesinato de Monseñor Romero, la UCA se convirtió en la conciencia de la sociedad salvadoreña. A medida que se desarrollaba la guerra civil, la UCA surgió como una voz a favor de la razón.

Desde el inicio del conflicto, la Universidad sostuvo que una salida militar no podía resolver el conflicto nacional; así, trabajó activamente por una alternativa negociada a la violencia. La universidad buscó fundamentar estas negociaciones en información sólida. Por lo tanto, mientras los periódicos, los sindicatos, los partidos políticos y la mayoría de las instituciones de la sociedad estaban siendo derribados a causa de la guerra, la universidad extendió su alcance a la población salvadoreña. Veamos algunos ejemplos:

 En 1981, la UCA creó el Centro de Información, Documentación e Investigación para llevar un registro fidedigno de los eventos que conmovían al país.

 En 1985, fundó el Instituto de Derechos Humanos para documentar y denunciar las violaciones de derechos humanos,

 y en 1986, la UCA creó el Instituto Universitario de Opinión Pública para realizar encuestas que verdaderamente reflejaran la voluntad y las preocupaciones de la población.

A través de sus diarios y revistas académicas, como así también a través de sus declaraciones públicas, la UCA confrontó la agenda de la oligarquía y denunció las políticas represivas del Estado, mientras, al mismo tiempo, criticaba las tácticas violentas de las fuerzas guerrilleras.

Es importante señalar que la UCA nunca se puso del lado del gobierno ni del lado del FMLN, sino que dedicó sus esfuerzos a solidarizarse con la población salvadoreña en general. Los fundamentos de la UCA para esta independencia fueron más profundos que la mera libertad académica. Los líderes de la universidad estaban motivados por su fe cristiana, particularmente por su llamado cristiano a solidarizarse con los pobres y la población oprimida.

Por supuesto, esta postura ecuménica provocó la ira de los paramilitares de derecha, que colocaron artefactos explosivos en las instalaciones de la UCA en más de diez ocasiones. Finalmente, los esfuerzos de la universidad se vieron truncados el 16 de noviembre de 1989, cuando el ejército salvadoreño irrumpió en la residencia jesuita en la UCA y mató a los sacerdotes jesuitas y a dos de sus asistentes.

La película, narra la historia de Lucía Barrera, quien estuvo presente esa noche y cuyo testimonio permitió establecer las responsabilidades de los militares en la masacre.



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