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Volumen 18 | Número 2
Septiembre 2022 Marzo 2023
Publicado: Septiembre 2022
Imágenes literarias


Resumen

Se analizan dos series que, con diferencia de quince años, abordan el tema de la maternidad subrogada: Shameless y Little fires everywhere, con el foco en las cuestiones bioéticas y sociales involucradas en ellas. A partir de los relatos de apego entre la gestante y la persona nacida o por nacer, se pone a prueba el concepto de “metafísica del embarazo”, tal como lo trabaja Suki Finn, ofreciendo un escenario novedoso para un tema complejo y controvertido.

Palabras clave: Metafísica del embarazo | Subrogación | Series | Finn

Abstract English version

[pp. 77-82]

Subrogación en series: una narrativa sobre la metafísica del embarazo

Lara Rubin

Universidad de Buenos Aires

El abordaje de la maternidad subrogada por parte del cine y las series se ha incrementado en los últimos años, ofreciendo escenarios interesantes para poner a prueba concepciones teóricas y realidades sociales sobre el tema. Desde películas clásicas, como Femmes ou maîtresses (Pallardy, 2001) hasta producciones recientes, como El hilo invisible (Puccioni, 2022) o The Surrogate (Hersh, 2020), la narrativa ética permite analizar ciertas sutilezas de esta compleja trama tecnológico-social (Icart Isern et al, 2020; Minow, 2020; Lima y Pérez Ferretti, 2022).

Una de las preguntas centrales en la metafísica del embarazo es la siguiente: ¿el feto es parte de la madre? No se trata de responder a esta pregunta, sino más bien plantear inquietudes metodológicas sobre cómo abordar la respuesta. Se trata de esbozar el modo en que distintas perspectivas teóricas intentan responder a la cuestión, para demostrar los problemas metodológicos que enfrenta cada una. Frente a la pregunta de si el feto es o no parte de la madre, se busca adoptar un método de equilibrio reflexivo. El objetivo de este procedimiento es que el embarazo se incluya en el “tribunal”, como lo llama Finn, en el sentido de cuerpo teórico donde dirimir las disputas conceptuales, de modo que nuestras teorías sean acordes a lo que pensamos sobre el embarazo, al mismo tiempo que constituyan una forma de conocimiento fundado. De esa manera, repensamos el embarazo a la luz de nuestras teorías, a la vez que repensamos nuestras teorías a la luz del embarazo. (Finn, 2021).

El objetivo del presente trabajo es tomar dos series que, con diferencia de quince años entre sí, abordaron el tema de la subrogación, desplegando en la pantalla distintos fantasmas, individuales y sociales sobre el tema. [1]

Shameless: el límite del pudor y la vergüenza

Shameless es una serie televisiva creada por el guionista inglés Paul Abbot en 2004. Nos presenta la historia de la familia Gallagher, numerosa y disfuncional por donde se la vea: padre alcohólico, madre abandónica e hijos criados por sí mismos. Además de su original británica, la serie tiene otra versión estadounidense aireada en el 2011, ambas con 11 temporadas y caracterizadas por una mezcla perfecta de disfuncionalidad, comedia, caos, drama y picardía. La versión americana transcurre en el lado Sur de Chicago, en un barrio que habita mayormente la clase obrera. Si bien los integrantes de la familia Gallagher pueden ser considerados los personajes principales, “Shameless” se caracteriza por tener personajes secundarios con mucha presencia y contenido, teniendo cada uno su propia historia y su propio trasfondo. Entre ellos están Veronica y Kevin, pareja vecina de la familia Gallagher distinguida desde los primeros capítulos por la sexualidad que atraviesa su relación; en los primeros minutos del primer capítulo son presentados como “unos vecinos fantásticos. No hay nada que no hagan el uno por el otro… o al otro”. Luego este lado sexual va disminuyendo su dominancia y pasa a primer plano el amor que tienen por el semejante, llegando el momento en el que quieren ampliar su familia.

En la tercera temporada se cuenta que es muy probable que Veronica no pueda quedar embarazada “de manera natural”; intentan por un tiempo pero no parece dar resultados. Kevin le propone adoptar a un niño, idea que ella rechaza diciendo que quiere que su hijo se parezca a ellos. Frustrada, Verónica comenta su situación con su amiga Fiona, que le da la idea de la gestación por vientre subrogado, pero también ésta es rechazada: no les alcanza el dinero para pagarle a la gestante, ni para pagar el tratamiento in vitro, ni las facturas médicas, la ropa de maternidad, abogados, notarios, etcétera. Se les ocurre la idea de pedirle a alguna mujer conocida, pero muchas no pueden y las que podrían hacerlo no se parecen físicamente en nada a Verónica, quien dice: “Quiero que tenga mis genes o que lo parezca al menos” (T01 E05). Es en ese momento cuando piensan en Carol, la madre de Veronica, quien termina accediendo y pactando que una vez transcurrido el parto, ellos se quedarían con el bebé como su hijo, permaneciendo Carol como la abuela. No hubo ningún tipo de contrato o consentimiento firmado, ni la presencia de ninguna autoridad legal para presenciar este acuerdo, así como tampoco ningún tipo de recompensa monetaria para la que sería la gestante. Es decir que no sólo no existe una relación comercial ni legal, sino que el acuerdo está enmarcado por la palabra y la voluntad entre una hija y su madre.

A continuación se muestra la escena en la que prueba, de modo muy rudimentario (ya que no podían pagar nada más), como Kevin, el padre, coloca su esperma en una especie de pera de succión para que después Carol, la gestante, la coloque dentro de sí. Esta pera de succión tiene un tubo de plástico y una parte de goma con la cual se succiona el líquido. De esta manera, la dotación genética del futuro (o planeado) feto estaría conformada por el óvulo proveniente de la gestante/suegra/madre/abuela y por el semen proveniente del padre/yerno. Sin embargo, como no obtienen resultados y la madre ya tiene una edad avanzada, deciden probar mediante la vía “natural”: el coito entre Kevin, pareja de Veronica, y Carol, madre de Veronica y suegra de Kevin. Así, el método utilizado para llegar a la paternidad y la subrogación es distinto, pero la dotación genética sigue siendo la misma.

Atravesaron distintas dificultades pero lograron hacerlo de manera efectiva en varias oportunidades, y luego de un tiempo de este excéntrico método, se enteran que Carol está embarazada: Verónica y Kevin están felices, mientras que a la madre-suegra no se la ve con la misma actitud. Así transcurre un corto período hasta que se enteran que Veronica también está embarazada, y de mellizos. Entre las deudas que tenían y los nuevos bebes, Veronica les pide a su marido y a su madre que consideren el aborto, pero ellos lo rechazan rápidamente. Llegado el día en que Carol daba a luz, ésta se encargó de que ni su hija ni Kevin estuvieran presentes en el momento del parto. Una vez que entran a la sala lo encuentran al recién nacido meciéndose en los brazos de Carol, a quien se ve adoptando una actitud cada vez más maternal, hasta que finalmente, entre lágrimas, termina diciendo: “Pero salió de mí. Es parte de mí. Perdón, no sabía que me sentiría así, pero es tan hermoso…” (Wells, 2013). Kevin al principio no entiende pero Verónica se lo comunica: su madre quiere quedarse con el bebé y no lo va a dejar ir. Kevin se resiste diciendo que es su hijo y que no lo quiere perder, pero Veronica le contesta que tres bebés es mucho y que el dinero no les va a alcanzar, y que “pueden haber dos. Nuestras dos hermosas bebes. Ella es una buena madre, será genial. Él seguirá ahí, con mi mamá, seguirá siendo tu hijo, pero su responsabilidad. Déjalo ir” (Wells, 2013). Luego de esta conversación se dan un emotivo abrazo, dando a entender que esa es la decisión tomada y que Kevin estuvo de acuerdo con lo planteado. Veronica termina dando a luz a dos bebés a las que crían como sus hijas, mientras que del niño no se da mucha información: ni vive en la casa con ellos ni lo ven mucho (ni solo ni con Carol), por lo que se puede entender que termina siendo, como bien dijo Veronica, su responsabilidad.

La frase de la gestante, “Pero salió de mí. Es parte de mí. Perdón, no sabía que me sentiría así, pero es tan hermoso…” (T03 E8), queda resonando y nos remite a pensar en los dos modelos más hegemónicos para el análisis de la metafísica del embarazo: la visión del Parthood y la del Containment. El primero consiste en considerar al feto como parte de la gestante; gestante entendida como un todo compuesto por muchas partes, siendo una de ellas el feto. En cambio, el segundo vislumbra al feto y a la gestante como dos entidades separadas, de las cuales una de ellas (el feto) está dentro de la gestante, contenido en ella, y no parte de ella (Finn, 2021). Así, teniendo sólo esto en cuenta, podríamos ubicar a la postura de Carol del lado del modelo de Parthood, ya que ella misma hace alusión a que el bebé era parte de ella. Sin embargo, sabemos que la pregunta sobre si el feto es parte o no de la gestante no es una fácil (o posible) de responder. Como plantea Finn (2021), los conocimientos científicos, biológicos, fisiológicos e inmunológicos no alcanzan para responder a esta pregunta: la misma debe ser abordada desde una investigación metafísica. Esta investigación metafísica se da a partir de teorías metafísicas, ante las cuales surge la pregunta de si hay que ajustar nuestra concepción del embarazo a partir de las teorías o de si hay que ajustar las teorías a partir de nuestra concepción del embarazo. [2]

La serie permite identificar algunos de los fantasmas de la subrogación altruista, tales como el apego entre la gestante y el bebé y los riesgos de no mediar contrato o dinero. La presencia del dinero, que suele ser reducida a su valor meramente mercantil, introduce sin embargo una cuestión importante de encuadre: pone un límite al amor. En esta línea se pueden leer otras derivas que aborda la serie, como la cuestión endogámica e incestuosa y el ocultamiento de los orígenes para con el niño nacido.

Little fires everywhere: el retorno de Baby M.

Little fires everywhere es una miniserie de TV creada por Rachel Elizabeth Tigelaar y estrenada en el 2020. Basada en la novela de Celeste Ng publicada en el 2017, cuenta la historia de dos mujeres cuyas vidas se irán entrelazando de a poco: por un lado una madre periodista con la perfecta familia norteamericana de los suburbios, y por el otro una madre soltera, artista, con su hija, las cuales deciden mudarse al mismo suburbio luego de vivir toda su vida en un auto, viajando de acá para allá. La relación entre ambas madres pasa de hostiles desconocidas, a conocidas cordiales, a amigas y rivales, pero sus hijos se hicieron amigos, por lo que por una razón u otra siempre mantienen contacto. Lo que nos interesa de esta serie es la madre soltera, Mia Warren: de ella al principio sabemos muy poco, pero nos vamos enterando por medio de flashbacks. Mia es una artista plástica y fotógrafa que tuvo a su hija Pearl cuando era muy joven; la serie comienza con ellas dos llegando en el auto en el que vivían a un suburbio de Ohio donde conocen a la otra madre, Elena, que les ofrece alquilarles su propiedad. Se iban a quedar en esa locación hasta que Mia terminase con su trabajo, pero Pearl generó mucha cercanía con los hijos de Elena y le pidió quedarse a vivir allí. A lo largo de la serie se nos muestra la encantadora relación de madre e hija que tienen Mia y Pearl, a diferencia de la de Elena con sus hijas, que está basada en la perfección y exigencia. Los únicos momentos tensos que se ven entre las primeras dos es cuando Pearl invade la privacidad de Mia (entra a su estudio, revisa sus cajones, le pregunta de más, etcétera), privacidad que es de suma importancia para ésta aunque al principio no se entienda por qué y su reacción parezca desmesurada. Pearl empieza a hacer más y más preguntas sobre su padre, a las cuales Mia nunca responde del todo; le dice que él no había querido tenerla, por ende estaban mejor sin él, no lo necesitaban. Mediante nuevos flashbacks nos vamos enterando de la verdad: una pareja le había pagado a Mia para que sea la gestante subrogada de su bebé, bebé que luego sabremos no es otra que Pearl.

Un día en el subte de Nueva York (donde ella estudiaba arte) un señor no la deja de observar, a tal punto que Mia se baja en otra parada asustada y él la empieza a perseguir. Mia lo increpa, aterrorizada, y éste inmediatamente se disculpa y le dice que es igual a su esposa; le cuenta que querían tener un hijo pero no podían por los medios “naturales”, y que estaban buscando a alguien parecido a su esposa para que sea la gestante subrogada y se encontró con ella. Le ofrece dinero, le deja su número y le dice que lo piense; Mia al principio no estaba interesada, pero luego necesitó el dinero para continuar su sueño de estudiar arte y los contactó. Se reunieron y llegaron a un acuerdo: mediante un papeleo oficial Mia sería la gestante a cambio de 12.000 dólares. Se muestra que, en la comodidad del hogar, utilizan una pera de succión: se la dan para que se la coloque pero ella le dice a la mujer que era virgen, y que nunca había usado siquiera un tampón, por lo que ésta la ayuda a insertarla. Queda embarazada y los futuros padres están felices, pero sucede algo que cambia por completo la vida de Mia: su hermano y mejor amigo muere en un accidente de autos. Él siempre le insistía para que se quedara con la bebé, por lo que Mia, en ese momento decisivo y llorando la pérdida del hermano, le rinde tributo, lo homenajea quedándose con la bebé (se podría decir que es la manera que tiene de tramitar simbólicamente la pérdida).

Decide entonces cambiar de nombre y escapa de la ciudad, recorriendo distintas partes del país sin permanecer mucho tiempo en cada lugar y viviendo en su auto junto a su hija Pearl. Volviendo al presente de la serie, Mia es amenazada por Elena para que le cuente la verdad a Pearl, y ante la negativa de la primera se la termina contando ella. Pearl se siente gravemente traicionada por su madre, quien termina confesándole las razones que la llevaron a tomar esa decisión.

Aunque con un final diferente, que no anticipamos aquí, Little fires everywhere evoca el caso de Babe M. Recordemos los hechos: en febrero de 1985, Mary Beth Whitehead, una joven norteamericana, madre de dos niños, firmó un contrato que devendría célebre. Según ese peculiar “acuerdo preconceptivo”, ella aceptaba ser inseminada artificialmente con el esperma de Bill Stern y tener un hijo genéticamente suyo destinado al matrimonio del señor Stern y su esposa Elizabeth, quienes no podían tener hijos. Las partes acordaron que si Mary Beth daba a luz un bebé sano recibiría de los Stern la suma de 10.000 dólares. Mary Beth se comprometía, por su parte, a no consumir tabaco, alcohol ni drogas durante el embarazo; a someterse al análisis de amniocentesis, e incluso a abortar si Bill Stern así lo requería. Hacia julio de 1985, Mary Beth quedó embarazada, y el 27 de marzo de 1986 dio a luz a una niña. Pero los intensos sentimientos que Mary Beth había desarrollado hacia la bebé, la llevaron a tomar una decisión que cambiaría las cosas: haciendo caso omiso de lo acordado, inscribió a la recién nacida como hija suya y de su marido, nombrándola Sara Elizabeth Withehead. Consecuentemente, rechazó los 10.000 dólares y se negó a firmar los papeles de la adopción. Los Stern reclamaron sus derechos sobre la pequeña Sara, a quién ellos nombraron Melissa Elizabeth, e iniciaron una demanda por incumplimiento del contrato, demanda que finalmente llegó a la corte.

En mayo de 1986, en una sesión en la que no se le permitió a Mary Beth representación legal alguna, Bill y Elizabeth Stern obtuvieron la custodia exclusiva de la niña. Cuando la policía llegó al domicilio de los Whitehead para cumplir el mandato judicial, Mary Beth y su marido, junto a sus dos hijos y a la pequeña, huyeron a Florida, dónde luego de un mes de búsqueda fueron finalmente ubicados. El 31 de julio, en ausencia de Mary Beth, la pequeña Sara/Melissa fue llevada por la fuerza policial y entregada al matrimonio Stern en Nueva Jersey. Se inició así una batalla judicial tras la cual el Juez Harvet Sorkow, quién ya había fallado inicialmente en favor de los Stern, ordenó el cumplimiento del contrato, ratificó la tenencia, autorizó a Elizabeth Stern para iniciar la adopción de la niña y despojó a Mary Beth de todos sus derechos parentales.

Pero Mary Beth apeló el fallo, y el 2 de febrero de 1988, ya cercano el segundo cumpleaños de la pequeña Sara/Melissa, en una decisión que haría historia, la Suprema Corte de Nueva Jersey revocó el fallo del Juez Srokow. En su dictamen, la Corte declaró sin validez legal cualquier forma de contrato de maternidad, restituyendo los derechos maternales de Mary Beth. En cambio, aceptó que los Stern conservaran la tenencia de la niña y estableció para su madre un régimen de visitas, tal como se estila en los casos de padres separados. (Michel Fariña y Gutiérrez, 2001).

¿Qué es una madre?

Se advierten tanto los puntos de contacto entre el caso real y el argumento de la serie, como también sus diferencias. Se trata de la función de las ficciones narrativas: a la vez que se inspiran en la realidad, ofrecen singularidades situacionales que nos permiten meternos en la piel de los personajes y comprender su subjetividad. En esta misma línea habría que leer el ya mencionado film “The Surrogate” que se inspira en los casos en que los padres rechazan un bebé gestado por subrogación cuando este nace con alguna deficiencia física o mental. En el film se ficciona el discurso de la madre de la gestante, una decana de la Ivy League, cuando le advierte a su hija Jess que, si la pareja gay para la cual procreó desistiera de hacerse cargo del bebé (que nació con síndrome de Down), y ella considerara quedarse con el niño, además de los muchos desafíos de criar sola a un hijo con necesidades especiales, estaría perpetuando el estereotipo de una madre afroamericana soltera (Minow, 2020).

En los casos de las dos series analizadas, un tópico dominante aparece con claridad: el apego de la gestante por el niño o niña por nacer, introduciendo así en la narrativa cinematográfica la cuestiones de las que se ocupa la metafísica del embarazo. También por cierto aparecen otras cuestiones, como las paradojas de la “propiedad” sobre el “producto” de la empresa procreativa [3], las insuficiencias y vacíos legales, y las vicisitudes del deseo. Así, las cuatro causas enunciadas por Aristóteles en su “Metafísica” (materia, forma, orígenes, fines) pueden efectivamente leerse en el embarazo… y sobre todo interrogarse a partir del fenómeno de la subrogación. La narrativa permite abrir así un verdadero “programa” de investigación sobre el tema, el cual debe ser necesariamente suplementado con la cuestión del deseo, ausente como tal en el esquema metafísico aristotélico.

Referencias

Michel Fariña, J.J; Gutiérrez, C (2001). La encrucijada de la Filiación: Tecnologías reproductivas y restitución de niños. Lumen.

Finn, S. «Methodology for the Metaphysics of Pregnancy». European Journal for Philosophy of Science 11, n. 3 (Setiembre 2021): 69. https://doi.org/10.1007/s13194-021-00378-1.

Hersh, J (Director y escritor). (2020). The Surrogate (Película). Cines virtuales.

Icart Isern, M Teresa; Diaz Membrives, Monserrat; Icart Isern, M Carmen (2020). La maternidad subrogada a través de tres películas. Revista de Medicina y Cine vol. 16 no. 2. Disponible en https://scielo.isciii.es/pdf/rmc/v16n2/1885-5210-rmc-16-02-79.pdf

Lima, N. y Pérez Ferretti, F. (2022). Paternidades y azares: El hilo invisible. Disponible en https://www.eticaycine.org/Il-Filo-Invisibile

Minow, N. (2020) Una decisión. Disponible en https://www.eticaycine.org/The-Surrogate

Pallardy, J-M (Director). (2001). Femmes ou maîtresses (Película).

Puccioni, S. M (Director). (2022). El hilo invisible (Película). Netflix

Tigelaar, R (Directora). (2020). Little Fires Everywhere (Serie de televisión). Hulu.

Wells, J (Director). (2011-2021). Shameless (Serie de televisión). Showtime.


[1Este artículo forma parte de la investigación UBACyT sobre Narrativa Bioética y su autora es tesista de la Universidad de Buenos Aires, bajo dirección de Juan Jorge Michel Fariña, quien colaboró en la revisión final del texto.

[2Ver al respecto el artículo de Paola Salomone "Una nueva perspectiva sobre la gestación subrogada" en este mismo volumen de Aesthethika.

[3Cuando comenzaron los bombardeos rusos en Ucrania, matrimonios europeos que habían contratado madres portadoras en ese país mostraban su preocupación por el destino de sus futuros hijos. En un reportaje televisivo, una periodista entrevista a una pareja a la que pregunta por la situación en la que se encuentra “la madre de vuestra niña” La esposa la interrumpe de mal modo, diciendo: “no: la gestante. La madre soy yo!”. La anécdota muestra tanto el egoísmo como la paradoja: se trata efectivamente de una mujer embarazada que corre peligro, pero el foco se desplaza del horror de la guerra a la propiedad sobre la criatura.


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Reseña [pp. 79-81]
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